Dicen que todo comienza con la crisis, pero con ello no basta para catalizar movimientos multitudinarios, capaces de convertir la frustración, la desesperación, la indignación o la tristeza en potencia colectiva, más bien al contrario. Las crisis por sí solas alimentan los fascismos y la guerra entre iguales e incrementan los niveles de desigualdad entre un abstracto y poderoso 1% y un creciente y metafórico 99%. Aun así, poco vemos de tristeza en este texto sino más bien al contrario. Todo comienza con el 15M. Ya nada volverá a ser como antes. Un punto de inflexión donde la indignación pasa a deseo de cambio, un emergente BASTA común de toda la ciudadanía, una explosión y multiplicación de prácticas políticas conectadas que abren de arriba abajo las posibilidades de la acción colectiva y revientan los marcos teóricos y prácticos existentes conocidos entorno a la política, los partidos y sindicatos, las izquierdas y los propios movimientos en su sentido más amplio.